Un fam press para descubrir la cara oculta del Jardín de la República

Periodistas y creadores de contenido de la provincia recorrieron Los Valles para mostrar a sus públicos nuevos destinos y experiencias que esperan ser reveladas.

Cuando uno piensa en Tucumán, seguramente se imagina el Cerro San Javier, Tafí del Valle o El Cadillal. Pero “El Jardín de la República” es mucho más que eso; la provincia ofrece una variedad de destinos turísticos que combinan historia, naturaleza y cultura. Algunos más o menos escondidos, hay cientos de lugares increíbles que esperan ser difundidos. Para dar visibilidad a algunos tesoros tucumanos, el Ente Tucumán Turismo (ETT) organizó un fam press (viaje de familiarización) destinado a creadores de contenido y a medios de prensa de la provincia.

Es que la provincia guarda rincones mágicos, historias únicas y paisajes increíbles que pocos conocen. Descubrirlos no solo enriquece nuestra conexión con la región, sino que también impulsa el turismo, fortalece las economías locales y preserva tradiciones. Difundir estos tesoros ayuda a valorarlos y permite que más personas vivan experiencias inolvidables en este, nuestro jardín. La actividad -que incluyó a más de una docena de participantes- salió de las Oficinas del ETT por la madrugada.

La primera parada fue por la Ruta del Tejido. A pocos metros de la plaza principal de Tafí del Valle esperaba al equipo Andrea Gatti, presidenta de la Cooperativa Ruta del Tejido, que reúne a 18 familias en un proyecto 100% autogestionado. Los presentes aprendieron sobre este legado inmaterial que ha sobrevivido a los cambios en el mundo. El emprendimiento forma parte de la afamada Ruta del Artesano, un circuito productivo y turístico creado en 2008 en los Valles Calchaquíes, para mostrar emprendimientos de tejidos en telar, hilados de lana de oveja y pelo de llama, piezas en cerámica, cuero, madera, metal y piedra.

Gatti contó que su espacio surgió en 2004, como consecuencia de la crisis del 2001. En aquel tiempo, un grupo de tejedores y tejedoras se unieron para evitar que sus tradiciones se pierdan. Entre ponchos, bolsos, almohadones, peluches y otros productos artesanales, periodistas y creadores pudieron conocer sobre las materias primas, sobre las técnicas ancestrales y sobre la importancia de mantener vivo el tejido.

Dónde el silencio te despierta

No hay paisaje sin su gente y sus manifestaciones culturales, por eso luego seguimos nuestra travesía descubriendo y vivenciando un tesoro enclavado en pleno Valle Calchaquí: Talapazo. Es un pueblo de montaña, ubicado a 2.000 metros sobre el nivel del mar en el Valle Calchaquí. Se encuentra a 11 kilómetros de Colalao del Valle; allí viven 26 familias dedicadas a la agricultura y a la cría de animales. Pero, desde hace un tiempo, sus habitantes se embarcaron en una nueva actividad para difundir su historia y sus costumbres. Se trata del turismo rural comunitario, una modalidad que permite que los visitantes experimenten en primera persona la vida de pueblos rurales u originarios.

En un ambiente salpicado por cardones y pircas, los talapaceños ofrecieron mostrar un poco de su día a día. Primero rendimos tributo a la Pachamama; con “el permiso” pedido, el guía Sandro Llampa nos permitió sumergirnos en el alma de su tierra, con un recorrido por el Sendero Mirador La Loma, un camino que alguna vez fue refugio y punto estratégico en las luchas del poblado. A medida que la comitiva ascendía -hasta los 2175 msnm- se divisaba no sólo el imponente paisaje, sino también restos de fuertes en la defensa contra los españoles, terrazas de cultivo de tiempos ancestrales y toda la serenidad de sus montañas.

Una vez finalizado el recorrido, se hizo una corpachada: una ceremonia de agradecimiento a la Pachamama, donde alimentos y bebidas son ofrendados en una pirca al compás de una copla tradicional. Este ritual, lleno de simbolismo y gratitud, nos invita a conectar con la energía de la tierra y con las costumbres de los talapaceños, guardianes de este rincón único del mundo.

Luego de un almuerzo -todo hecho con productos de su tierra- Rubén Soria nos permitió experienciar una costumbre propia: una degustación de café de higo, tusca y algarroba. Según cuenta él, esta receta viene de sus ancestros, que buscaban la manera de «subsistir, sobrevivir con lo que se produce, con lo que nos da la naturaleza». Lejos de los cafetales, pero cerca de otras bendiciones de la Madre Naturaleza, surgió este café, que los presentes no solo aprendieron a preparar, sino también a saborear.

Vino y estrellas en la inmensidad de los Valles

Es sabido que uno de los imperdibles para incluir en una visita a Tucumán es la Ruta del Vino de Altura, un circuito de bodegas y viñedos que se distribuyen a lo largo de las rutas 40 y 307. Son 11 los emprendimientos que proporcionan alguna prestación turística, ya sea visitas guiadas o servicios gastronómicos o de alojamiento. Para esta ocasión, el ETT eligió dos bodegas para conocer: una de ellas es Río de Arena, una finca de viñedos que ofrece la posibilidad de disfrutar de gastronomía típica acompañada por sus vinos.

La Estancia tiene en su oferta una experiencia exclusiva, que cautivó a todos los presentes. Se llama “Vinos y estrellas”. Imaginá una noche mágica bajo los oscuros cielos de los Valles Calchaquíes tucumanos, donde las estrellas parecen brillar más cerca que nunca. De repente, la majestuosidad del universo se desplegó ante nuestros ojos, con una observación astronómica guiada por Ricardo Llanos y la astrofísica Olga Pintado. Pudimos guardar en nuestra retina imágenes increíbles de objetos brillantes; vimos estrellas, vimos a Plutón y también a Júpiter con sus dos lunas. 

En Río de Arena también hicimos una degustación de torrontés y malbec, guiada por Josefina Carro, dueña del espacio. Con esta experiencia y con la siguiente en la Finca Viñas del Chañar comprobamos que Tucumán es una tierra bendecida. En el kilómetro 4.314, en el paraje de Chañar Solo, brotan raíces de esperanza y de prosperidad, entrelazadas a unos extensos viñedos, el sueño de Alicia Ortiz y de su marido Gustavo, quienes se consideran a sí mismos tucumanos por elección. Fue Gustavo el que nos acopmpañó a conocer sus parrales y a probar sus vinos estrella: sus malbec  “Jamás vencida” y “Matria” y sus jóvenes torrontés. 

En primera persona

“Esta es una gran experiencia, no solo para las personas que son de Tucumán y no conocen, sino para todos los que viven en otras provincias y para los del exterior, que sepan que el Jardín de la República es un lugar hermoso, y no tan chico como se cree; y que tiene un montón de paisajes, cultura y gente increíble que hay que conocer”, resumió Matías D’Pinto (@matuspritz) al final del viaje. Él y los demás creadores de contenido se mostraron muy contentos por lo vivido. “Es increíble pensar que todas estas experiencias las tenemos aquí y son inolvidables. La gente es súper amable y te permiten desconectarte de la vida diaria. Eso es lo importante”, agregó Deborah Franco (@_debbyfranco_).

“Este fin de semana ha sido una experiencia fuera de serie. Lo mejor de todo esto es que todos tienen la oportunidad de conocer estos lugares maravillosos. Les aseguro a todos que no se van a arrepentir y no van a poder creer que no las hayan conocido antes, porque están aquí, en Tucumán”, resaltó Laila Ali (@lailuali) y Javier Infante (@javi.infante) recomendó: “hay que vivir la experiencia de salir de San Miguel de Tucumán y conocer bodegas, ir a un lugar lindo, hacer una experiencia como la del vino… Solo hay que animarse”.