La lucha interna en el oficialismo boliviano se intensificó en las últimas horas. El gobierno del presidente Luis Arce denunció el martes ante la comunidad internacional la presión ejercida por su ex aliado y rival político, Evo Morales, a quien consideró responsable de un “ultimátum” tras su solicitud, un día antes, de cambiar su gabinete
La lucha interna en el oficialismo boliviano se intensificó en las últimas horas. El gobierno del presidente Luis Arce denunció el martes ante la comunidad internacional la presión ejercida por su ex aliado y rival político, Evo Morales, a quien consideró responsable de un “ultimátum” tras su solicitud, un día antes, de cambiar su gabinete en un plazo de 24 horas.
El gobierno boliviano interpretó la demanda del ex presidente (2006-2019) como una amenaza para la democracia del país.
Las marchas y confrontaciones entre los seguidores de Morales y los afines al actual mandatario culminaron el lunes en La Paz, sede del gobierno, con un llamado del líder histórico del Movimiento al Socialismo (MAS) para que Arce reemplace a sus ministros, insinuando también una posible renuncia.
“Si Lucho quiere seguir gobernando, primero debe cambiar a los ministros corruptos en 24 horas…”, exigió Morales a Luis Arce el lunes. De no hacerlo, “sabrá lo que tiene que hacer”, advirtió, anunciando movilizaciones adicionales si no hay respuesta.
Esta solicitud, en medio de meses de desacuerdos entre Arce y Morales sobre quién será el próximo candidato presidencial del MAS, fue percibida en el gobierno como un “ultimátum” que podría “interrumpir la continuidad del orden democrático” en Bolivia.
En un comunicado emitido el martes, el Ministerio de Relaciones Exteriores denunció a Morales ante la comunidad internacional, sin proporcionar detalles sobre la naturaleza de la denuncia, y rechazó “cualquier tipo de extorsión o condicionamiento en contra de la voluntad del pueblo expresada en las urnas”.
El gobierno también hizo referencia a la necesidad de una “solución pacífica” para los conflictos y convocó al diálogo ante la ola de protestas en su contra.
Morales lideró la “marcha para cambiar Bolivia”, que recorrió cerca de 190 kilómetros desde Caracollo, en Oruro, hasta La Paz. El ex gobernante, acompañado de sus partidarios disidentes, exigía ser reconocido como líder y candidato del partido oficialista.
El Defensor del Pueblo, Pedro Callisaya, informó el martes que se están realizando esfuerzos para que las dos facciones del MAS logren un acercamiento, aunque hasta ahora no se han evidenciado avances significativos.
Las disputas entre Arce y Morales se agudizaron el año pasado, cuando el ex mandatario anunció su intención de postularse a las elecciones presidenciales de 2025. Aunque Arce no ha oficializado su candidatura, analistas sugieren que ya se encuentra en campaña.
La división interna en el MAS ha generado tensiones en los últimos meses, desembocando en enfrentamientos entre militantes, incluyendo en organizaciones campesinas, la base más sólida del partido.
Además, esta pugna se produce en un contexto de crisis económica en el país, exacerbada por la escasez de dólares y la disminución en la producción de hidrocarburos. Diferentes sectores productivos han exigido soluciones al gobierno de Arce, quien fue ministro de Economía de Morales y es considerado el arquitecto de un modelo económico basado en la inversión estatal.