El IPC de julio fue de 4% y no sólo mostró una nueva desaceleración, sino que reflejó el menor número del año. Para encontrar variaciones similares de los precios a nivel general hay que remontarse a finales de 2021 y comienzos de 2022.
Tanto el Ministerio de Economía como el Banco Central (BCRA) habían estimado, con sus propios cálculos, que la inflación de julio sería la menor en el acumulado de 2024. El ministro Luis Caputo lo aseveró en la reunión que mantuvo semanas atrás con las AlyC y la entidad monetaria lo dejó trascender en un slide que el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, mostró en una presentación en Cartagena, Colombia.
La inflación había tocado su piso en mayo, cuando marcó un 4,2% gracias a la decisión del Palacio de Hacienda de postergar subas de tarifas, el impuesto a los combustibles y cuando se registró la marcha atrás en los incrementos de las prepagas. Luego, aceleró unas décimas en junio, hasta el 4,6%.
Quienes participan del Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) habían estimado una inflación mensual de 3,9% para julio. Sería de 3,8% en agosto. Por otra parte, proyectaban un alza de los precios a fin de año entre 127,4% y 122,2%, informó el BCRA. Sin embargo, los economistas privados vienen mes a mes ajustando a la baja sus proyecciones, algo que suele remarcar permanentemente Caputo.
Sin embargo, esos pronósticos mensuales se pusieron en duda una vez que la ciudad de Buenos Aires difundió la semana pasada sus propios datos de inflación. Marcaron para julio un avance de 5,1%, por encima a lo esperado, y dieron cuenta además de la segunda aceleración consecutiva de precios.
Luego del salto que significó el 25,5% de diciembre apalancado en la devaluación del peso que impulsó el gobierno de Javier Milei, los precios se desaceleraron rápidamente gracias al fuerte ajuste fiscal que impulsó el Gobierno con un ancla cambiaria -crawling peg al 2%- y una fuerte contracción monetaria.
Las dudas entre los economistas era cuál sería el piso de la baja teniendo en cuenta que al Gobierno le faltaban hacer ajustes en los precios relativos -tarifas, prepagas, alquileres, colegios, entre otros- y que el dólar tuvo en las últimas meses algo más de volatilidad (con una brecha cambiaria volviendo a subir). Sin embargo, la profunda caída de la actividad, el salario y del consumo masivo restringió los traslados.
“Básicamente, nuestra hipótesis de trabajo es que la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, dijo Milei hoy en el Consejo de las Américas. “Para terminar con ese flagelo, hay que terminar con la emisión, porque ese aumento de la cantidad de dinero es lo que lleva a la pérdida de poder adquisitivo del dinero y hace que todos los precios suban”, agregó el Presidente ante empresarios.
Luego aclaró: “No estamos dispuestos a devaluar para arruinar a los argentinos”. No se trata de una definición sin valor, mientras en el mercado se debate sobre si hay o no atraso cambiario.
“Gracias al ancla fiscal y monetaria logramos evitar la hiperinflación y la estamos bajando”, aseguró Milei, que recalcó además el último índice de precios mayoristas (junio), que dio 2,7%.
“Nuestro programa económico tiene muchas aristas y frentes de batalla, pero se sostiene sobre tres grandes fundamentos: una macroeconomía ordenada, ni atajos, para darle una solución definitiva al problema de la inflación, un profundo recorte del gasto público para aliviar la carga del sector privado y una atención obsesiva a desregular y devolverle la libertad a cada uno de los argentinos”, explicó.