Irán acudirá a las elecciones para elegir el nuevo presidente quién será sucesor del difunto Ebrahim Raisi, muerto en un accidente de helicóptero en medio de la tensión por una guerra regional y grave crisis interna.
Entre los candidatos figuran el clérigo Mostafa Pourmohammadi y los 3 favoritos: el reformista Masoud Pezeshkian, el presidente parlamentario de línea dura Mohammad Bagher Ghalibaf y el ex negociador nuclear ultraconservador, Saeed Jalili, según Arab News.
El alcalde de Teherán, Alireza Zakani y el vicepresidente Amirhossein Ghazizadeh-Hashemi, director de la Fundación de los Mártires, declinaron a último momento su candidaturas.
La oferta electoral es absolutamente conservadora, salvo por el único reformista Pezeshkian respaldado por destacadas figuras “moderadas” como el ex presidente Mohammad Khatami y el ex ministro de Asuntos Exteriores Mohammad Javad Zarif y el ex presidente Hassan Rouhani (2013 a 2021).
“Masoud Pezeshkian podría eliminar la sombra de las sanciones que han golpeado a la economía iraní,» afirmó Hassan Rouhani. Y eligió su “honestidad y lealtad”.
Masoud Pezeshkian
Los analistas creen que el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, ha permitido que la candidatura de Pezeshkian avance sólo en un esfuerzo por aumentar la participación electoral y evitar la abstención.
En las últimas elecciones legislativas se registró una participación más baja que nunca, un 41%, mientras que en las anteriores elecciones presidenciales votó un 48,8%.
Pezeshkian tiene 69 años, es cirujano cardíaco y ha representado a la ciudad noroccidental de Tabriz en el parlamento desde 2008. Fue ministro de Sanidad durante el gobierno de Mohammed Khatami de 2001 a 2005 y ha apoyado públicamente el acuerdo nuclear.
Masud Pezeshkian defiende una política de acercamiento hacia Estados Unidos y Europa con el fin de levantar las sanciones impuestas debido al programa nuclear iraní, las cuales han tenido un impacto rotundo en la economía nacional.
El candidato reformista también aboga por abordar la persistente controversia en torno al velo obligatorio para las mujeres. Recientemente criticó al gobierno por la falta de transparencia sobre la muerte de Mahsa Amini, la kurda de 22 años fallecida el 16 de septiembre de 2022 tras ser detenida por la policía moral por supuestamente vestir mal el velo obligatorio.
Vale recordar que la muerte de Mahsa Amini, desencadenó una vasta revolución femenina contra el régimen de Irán. Después del asesinato y de las múltiples marchas populares, los ciudadanos resisten a la Sharía y protestan con publicaciones en redes que convocan a nuevas movilizaciones y con exposición pública sin velo.
Cada vez es más evidente el abismo entre el régimen y el pueblo. Persecución de la prensa, detenciones arbitrarias, torturas, discriminación de minorías étnico-religiosas y juicios injustos con pena de muerte contra las quemas de hiyabs y cortes del pelo en público. Expertos de la ONU han descrito aquella política como “una forma de apartheid de género, ya que las autoridades parecen gobernar a través de una discriminación sistemática con la intención de someter a las mujeres y niñas”.
Pezeshkian declaró sobre el hiyab: “Hemos intentado controlarlo durante 40 años, pero solo hemos empeorado la situación”.
Para el establishment, representa una amenaza potencial. De todos modos, el líder Supremo todavía tiene la última palabra sobre cualquier decisión política.
Ali Jamenei, ya ha lanzado una advertencia a Massoud Pezeshkian reiterando que un posible acercamiento con Estados Unidos no es una «buena política” y “quienes la predican son capaces de gobernar el país”.
Mohammad Bagher Ghalibaf, por otra parte, es lo opuesto. Es el presidente parlamentario, ex comandante de la Guardia Revolucionaria (pasdaran) y alcalde de Teherán. Ocupó también el cargo de jefe de policía y es conocido por no haber dudado nunca en recurrir a la represión. Participó en dos ocasiones de las elecciones y tuvo que retirarse en la última para evitar una guerra fratricida con Raisi.
Otro veterano del Pasdaran es Saeed Jalili, diplomático, ex viceministro de Asuntos Exteriores designado por Jamenei y secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de 2007 a 2012, cargo que le valió el puesto de jefe negociador del acuerdo nuclear Ambos atraen a los sectores más fervientes de la República Islámica con su postura inflexible frente a los países occidentales.
Todos los candidatos juraron lealtad a Jamenei y prometieron obedecerle. También elogiaron al IRGC y rechazaron cualquier sentimiento antisistema.
Los iraníes deberán elegir si seguir refugiándose en aislacionismo en medio de la caótica guerra regional de Israel con los islamistas, y extremar sus vínculos China y Rusia o abrirse al mundo y tratar de “democratizarse” y calmar la agitación social acabar con el apartheid de género, corrupción y persecuciones a la prensa.
Dado que ningún candidato tiene una mayoría clara, una segunda vuelta prevista para el 5 de julio parece segura, a menos que Jalili o Ghalibaf se retiren a favor del otro.