Fin de semana de violencia contra los musulmanes en Reino Unido

El gobierno británico garantiza diligencia del sistema judicial y duras condenas para los extremistas que «siembran odio» en la sociedad

Hoteles y residencias que albergan solicitantes de asilo en Reino Unido están en la diana de las violentas protestas que sacuden el país desde el sangriento apuñalamiento de los partícipes en una clase infantil de baile en Southport, localidad costera del noroeste de Inglaterra. Tres niñas de 6 a 9 años, incluida la portuguesa Alice Dasilva Aguiar, murieron a consecuencia del feroz ataque, en el que otras ocho menores y dos adultos resultaron heridos.

El múltiple crimen se perpetró el lunes 29 de julio, primera jornada festival del calendario escolar inglés, y menos de 24 horas después estalló el primer brote de disturbios. «Bandas de matones» perpetrando «vandalismo de ultraderecha», según reiteró este domingo el primer ministro, Keir Starmer, viajaron a Southport y rodearon una mezquita mientras vecinos de la ciudad se reunían en un acto de vigilia en memoria y solidaridad con las víctimas y sus familias.

Medio centenar de agentes de policía fueron hospitalizados esa noche con heridas, fracturas y contusión causados en el agresivo enfrentamiento con cabecillas y simpatizantes de la extrema derecha, desde ultranacionalistas ingleses recelosos de las comunidades de migrantes a islamófobos e hinchas fanáticos de fútbol apegados a la violencia.

Un segundo hotel conocido por albergar a solicitantes de asilo fue blanco de un ataque la noche del domingo en Tamworth, cerca de Birmingham, en el centro de Inglaterra, informa Afp.

«Un numeroso grupo de individuos (…) lanzaron proyectiles, rompieron ventanas, prendieron fuego y atacaron a la policía» en un hotel Holiday Inn de Tamworth, según detalló la policía local.

La llama de la protesta contra intereses musulmanes y centros de refugiados se ha propagado desde entonces por decenas de ciudades de Inglaterra e Irlanda del Norte. Solo Escocia y Gales han quedado libres de la descontrolada violencia de los últimos días.

Cerca de 200 individuos han pasado ya por comisaría y se esperan más detenciones a medida que se analizan las imágenes registradas en las cámaras de seguridad. Starmer ha prometido volcar «todo el peso de la ley» sobre los involucrados en los ataques contra policías, incendios de propiedades, saqueos y robos en los comercios destruidos. «No son protestas. No son legítimas. Es crimen y desorden», zanjó el mandatario laborista, que lidia con la primera urgencia gubernamental en su primer mes al frente del Ejecutivo.

La ministra del Interior, Yvette Cooper, coincidió en el mensaje e indicó que los responsables «pagarán su precio» por el «caos delictivo y violento vandalismo». Por lo pronto, el Servicio Fiscal de la Corona ha activado los protocolos de alerta y última equipos adicionales de abogados con el fin de iniciar y tramitar pliegos de cargos con la máxima celeridad. Los juzgados abrirán toda la noche, si es necesario, de forma que el riesgo a ir a la cárcel evite nuevas amenazas y asaltos de inmigrantes y centros religiosos.

«No hay justificación para estas acciones», declaró el primer ministro en Downing Street mientras un grupo de violentos atacaba un hotel de refugiados en el norte de Inglaterra. «Os arrepentiréis de haber participado en los disturbios, ya sea directamente o incitándolos online», añadió.

Información falsa sobre el autor del múltiple crimen de Southport fue la chispa del estallido de ira contra musulmanes y refugiados. Se corrió la voz en Internet y en chats de telefonía de que el agresor era un refugiado sirio, profeso del Islam y fichado por los servicios de inteligencia. El presunto asesino, Axel Rudakubana, es británico, de 17 años, con un hermano mayor y padres ruandeses, que vivió en Cardiff antes de mudarse a pocos kilómetros de Southport. La confirmación de su identidad, que parece descartar cualquier conexión con el Islam, disuadió a muy pocos de salir a la calle y unirse a la ola de enfrentamientos.

Los disturbios se extendieron a Belfast el fin de semana. En el centro de la capital de Irlanda del Norte se enfrentaron dos manifestaciones con fines contrarios: los opuestos a la inmigración, por un lado, y los antifascistas, por otro. Banderas del Ulster y la británica Unión Jack ondearon junto con la tricolor irlandesa en una escena extremadamente inusual en el sectario territorio del Reino Unido. Medios locales identificaron a los portadores del estandarte republicano como vecinos de Coolock, barrio de Dublín que ha sido foco reciente de protestas contra inmigrantes. El primer ministro de Irlanda, Simon Harris, expresó su «disgusto» por la presencia de la bandera verde, blanca y naranja en los ataques racistas de Belfast, en conversación con la jefa republicana del Gobierno de Irlanda del Norte, Michelle ONeill.

Las autoridades asocian las protestas al entorno de la Liga de Defensa Inglesa (EDL), organización islamofóbica y antiinmigración que dirigió Tommy Robinson, alias del notorio convicto racista Steve Lennon. La EDL abandonó la acción directa hace una década, pero se mantiene activa en las redes sociales con mensajes que azuzan a sus simpatizantes contra sectores musulmanes de la sociedad.

Expertos en movimientos de ultraderecha advierten de una evolución a la descentralización de sus miembros y operaciones, facilitada por las nuevas tecnologías. Prescinden de la figura tradicional de líder y funcionan con «cabecillas» que instigan a sus seguidores hacia determinadas causas y acciones directas. Tommy Robinson estaba al parecer en España la noche de los disturbios de Southport, pero no ha dejado de calentar el ambiente anti musulmán en mensajes subidos a las redes sociales desde entonces.